Reflexión Domingo XVIII del tiempo ordinario

Cáritas con el Cuerno de África (Somalia,Kenia, Etiopía, Djibuti)

Transcurre el tiempo y ya nos aprestamos a dar comienzo al mes de agosto, y en este nuevo mes y con el calor del verano, quiero saludarlos con un abrazo fraterno y mi bendición.

Creo, que todos y todas, hemos leído o visto las noticias de las últimas semanas y no deja de indignarnos y tocarnos, sobre todo las que vienen del Cuerno Africano, Somalia, Eritrea y Etiopia: el hambre que se campea en medio de desplazados y refugiados y que va dejando miles de víctimas por desnutrición. Puede ser que el deseo de irnos a la playa o de escoger el lugar de las vacaciones, no nos haya dejado tiempo para pensar en estas circunstancias o por el contrario hayamos elevado, aunque sea solo eso, una plegaria, al Dios de la Vida por estos hermanos nuestros.

Y he empezado esta reflexión con la noticia del hambre de nuestros hermanos somalíes, porque precisamente el evangelio y las lecturas de este domingo nos invitan a profundizar en las necesidades básicas de la humanidad: saciar la sed, calmar el hambre.

Así, Isaías, nos invita en la primera lectura a profundizar en estas necesidades básicas, pero trasladándolas al campo de la fe, para mostrarnos que para los creyentes la Palabra de Dios es algo más que una comunicación divina. La Palabra de Dios se convierte en una necesidad inaplazable que alimenta nuestro ser y lo vivifica. Jesús mismo, retomando las reflexiones del Deuteronomio (Dt 8, 3; 6, 13)combate la tentación contraponiendo la voluntad divina al inmediatismo humano (Lc 4, 3-4): “no solo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.

Así las aguas se convierten en el emblema de la vida; el vino y la leche en signos de la fertilidad de la tierra prometida, el pan en el sostén primario de la existencia, mientras los alimentos suculentos evocan el banquete mesiánico cantado por el mismo profeta. El salmo 144 se convierte también en un canto a la providencia de Dios y a su misericordia que alimenta a los que le “están aguardando, que tú les des la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente”

Este valor simbólico del alimento tiene su vértice en la narración de la multiplicación de los panes que nos hace le evangelista Mateo en el capítulo 14 de su evangelio de hoy, los panes y los peces compartidos son signos de la comunión con la humanidad hambrienta y sedienta.

La multiplicación de los peces y los panes, nos evoca la gran tentación de considerar que únicamente la satisfacción de las necesidades básicas nos conduce al Reino. Jesús se preocupó de que sus discípulos fueran mediadores efectivos frente a las necesidades del pueblo, pero no recurriendo a la mentalidad mercantilista que reduce todo a la presencia o ausencia de dinero (Mt 14, 15). Es muy fácil, a falta de un benefactor, despedir a la multitud hambrienta para que cada cual consiga lo necesario. Pero Jesús no quiere eso; él pide a sus seguidores que sean ellos mismos quienes se ofrezcan a ser agentes de la solidaridad entre el pueblo, ofreciendo lo que son y todo (lo poco) que tienen. Entonces la ración de tres personas, cinco panes y dos peces, se convierte en el incentivo para que todos aporten desde su pobreza y pueda ser alimentado todo el pueblo de Dios, que es lo que simbolizan las doce cestas. En la intención del evangelista, Jesús demuestra de este modo que el problema no es la carencia de recursos sino la falta de solidaridad” (Claretianos).

Y ante la necesidad de pan y de solidaridad para la humanidad, se han referido los dos últimos papas en sus encíclicas sociales: Juan Pablo II, en la Centesimus annos en el Nº 58 invitándonos a promover la justicia que es la concreción del amor, “sólo esta conciencia dará la fuerza para afrontar el riesgo y el cambio implícitos en toda iniciativa auténtica para ayudar a otro hombre. En efecto, no se trata solamente de dar lo superfluo, sino de ayudar a pueblos enteros —que están excluidos o marginados— a que entren en el círculo del desarrollo económico y humano. Esto será posible no sólo utilizando lo superfluo que nuestro mundo produce en abundancia, sino cambiando sobre todo los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad” (Juan Pablo II, Centesimus annos, Nº 58).

Y SS. Benedicto XVI nos ha invitado en la “Deus Caritas est” a que toda la actividad caritativa cristiana, más allá de su competencia profesional, debe basarse en la experiencia de un encuentro personal con Cristo, cuyo amor ha tocado el corazón del creyente suscitando en él el amor por el prójimo.

Por ello, la actividad caritativa cristiana debe ser independiente de partidos e ideologías. El programa del cristiano – el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús– es “un corazón que ve”. Este corazón ve de dónde hay necesidad de amor y actúa de modo consecuente.

Os invito pues a “ver con el corazón” las necesidades de los demás, partiendo de la experiencia de Cristo en la propia vida. A agradecer el pan que nunca nos falta y a pedir que nuestros gobiernos y los de los países en vías de desarrollo logren acuerdos y se comprometan en aliviar las necesidades de los más empobrecidos de la tierra. A través de la Caritas puedo solidarizarme con los hermanos de África, dando mi aporte.

Hoy Jesús nos ha dicho “dadles de comer vosotros” ¿y lo estamos haciendo?, ¿comparto lo que soy y tengo con los otros/otras, mi tiempo, mi espacio, mis conocimientos? ¿Soy solidario? ¿Doy de lo que me sobra o de lo que aún me falta?

Ánimo, que vivamos una semana en paz y que no olvidemos a los que sufren.

Os recuerdo las fiestas de San Félix en Eriste, con eucaristía el próximo lunes 1 de agosto y en Cerler el 10, día de san Lorenzo.

Abrazos

P. Nacho

Cáritas en esta emergencia

Mapa situación Cuerno de África

Reflexión domingo XVII del tiempo ordinario

Quiero en esta ocasión manifestarles mi saludo, deseándoles de parte de Nuestro Señor Jesucristo, toda clase de bienes espirituales y de bendiciones para sus vidas.

Seguimos escuchando, por medio del evangelio de Mateo, a Jesús Maestro de la Verdad, que con sencillos ejemplos de la vida cotidiana y de los oficios de su tiempo nos ofrece El Reino de Dios, que como dice Pablo, “no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rm.14, 17).Es el mensaje que la Liturgia de este domingo del tiempo ordinario nos quiere transmitir.

Hoy nuevamente, hay, digamos, tres mini narraciones: la del tesoro escondido, la perla de gran valor y la red llena de peces, que nos invitan a buscar lo que realmente es importante en nuestra vida, a darle el máximo interés a lo que se constituye en el centro de nuestro existir. Porque los hombres y las mujeres de hoy hemos puesto nuestro interés o intereses en otras cosas que no nos llenan o no copan nuestra existencia y nos dejan vacios y llenos de temores. Hemos buscado la felicidad en las drogas, pensemos en los movimientos hippies de los años 60´s y 70´s, en el alcohol, en el consumo desaforado, en mil actividades y cosas que no nos han dado resultado ni mucho menos nos aportado la verdad y la felicidad.

Tenemos que dejar que la Palabra se haga vida en nuestras vidas y se convierta en suceso y proceso, en sentido último de nuestras existencias. Por ello, fijémonos en las parábolas de Jesús, observaremos también que en ellas el reinado de Dios se compara siempre a un suceso, y nunca a una cosa. Lo que le sucede al mercader, al labrador y los pescadores, es algo que los pone en una dinámica nueva frente a la vida, han descubierto lo novedoso de ser mujeres y hombres nuevos tocados por el Espíritu. Entrar en la dinámica del Reino de Dios, no es adquirir un estado, no es tener en propiedad algo, o asumir una posición más importante, sino más bien es empezar a vivir una vida nueva… ellos van y venden lo que tienen para adquirir el campo y la perla; lo dejan todo con tal de vivir la nueva vida a la que los invita El Padre.

¿Y cuál es el tesoro y la perla? Dice Jesús: “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”(Mt.6,21). Dios es nuestro tesoro en Jesús de Nazaret, solo que a veces no sabemos dónde está. Lo buscamos con inquietud, como dice san Agustín en sus Confesiones: “Nos hiciste, Señor, para Ti e inquieto estará nuestro corazón hasta que descanse en Ti”. Y por eso nos debemos preguntar tú y yo:¿Dónde está nuestro tesoro? ¿Las inquietudes de nuestro ser cuáles son? Nos afanamos por muchas cosas en la vida, buscamos la plenitud en tantas liviandades y vanidades y no logramos llegar a la verdad, ni al sentido de nuestras existencias, nos aferramos al dinero, al poder, a la fama, a la droga, y al final solo vacio.

Si, nuestro tesoro es Dios, escondido en nuestro mundo, cubierto por la carne crucificada de Jesús de Nazaret, perdido entre los pobres, identificado con ellos, está el tesoro del hombre. Es ahí donde Dios se ofrece a los que le buscan. Dios mismo se ha hecho el encontradizo en el hombre y para el hombre, aquí en medio de nosotros, Jesucristo es el «lugar de Dios» y el hombre -el otro, el pobre, el hermano- es el «lugar» de encuentro con Jesucristo. El tesoro del hombre, lo que da sentido a su vida, ya no es para los creyentes lo que no existe en ninguna parte, ya no es una utopía. (Claretianos).

Pidamos, como Salomón en la primera lectura, al Señor, que nos dé “un corazón dócil para discernir el mal del bien”, y seguro que Él nos dará “un corazón sabio e inteligente” para encontrar el tesoro y la perla y construir su reino de amor y verdad. Solo así, como nos dice Pablo en la segunda lectura de hoy, “sabremos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien”, y haremos el bien en la alegría de la entrega y del servicio, en la certeza del tesoro que tenemos dentro que es el mismo Dios.

Con mi oración por todos vosotros y encomendándoos a nuestra Madre María, me despido, fraternalmente:

P. Nacho

Las cosas importantes se hacen con el corazón

Amigos del Grupo parroquial, es importante que sepáis que el domingo del Corpus Christi recogimos 800 € para la campaña de caridad 2011.

 El lema de este año es: Las cosas importantes se hacen con corazón

«Una sociedad con valores es una sociedad con futuro»

Con esta campaña finalizará el ciclo “Una sociedad con valores es una sociedad con futuro” con la que Cáritas ha reivindicado la puesta en práctica de seis valores necesarios para consolidar una sociedad más justa: comunión, participación, diversidad, gratuidad, fraternidad y compromiso.

 A vosotros que colaboráis con Caritas y confiáis en su mediación para hacer más eficaz vuestra solidaridad, queremos agradeceros vuestra generosidad y entrega.

Reflexión domingo XVI del tiempo ordinario

DOMINGO 17 DE JULIO DE 2011.

 Avanzamos en el diario vivir de este año 2011, el verano se acentúa cada vez más y en medio de nuestra realidad, quiero saludarles con mi bendición y mis mejores deseos porque estéis disfrutando de la vida a plenitud. Sean felices, es mi invitación.

Seguimos escuchando a Jesús, Maestro de la Verdad, en este décimo sexto domingo del tiempo ordinario, hablándonos del Reino de Dios y comparándolo con situaciones sencillas de la cotidianidad de nuestro planeta: la siembra, la cosecha, la fermentación de la harina para hacer pan, entre otras cosas. Porque, precisamente el Reino de Dios no es un lugar, ni una cosa, ni son las estructuras… el Reino es acontecimiento, es proceso, es vida. Como lo plantea Jesús: la siembra del trigo es proceso, necesita como dijo la semana anterior tierra abonada, la semilla de mostaza sembrada, da lugar a un proceso de crecimiento para convertirse en arbusto, la lavadura en la masa y su posterior fermentación, también es proceso lento de crecimiento de la harina.

Y en el proceso de crecimiento del Reino, puede surgir el mal, como la cizaña que crece junto con el trigo, puede no darse la verdad, puede que la levadura no sirva, que la semilla esté malograda; y esto hace que el reino de Dios no crezca ni mejore la vida de la humanidad. A veces el mal parece adueñarse del mundo. Porque bien y mal están presentes y mezclados en la historia y en nuestra conciencia. Y ante esta situación queremos ser como los sembradores: acabar con el mal de una vez por todas, somos impacientes y primarios, son como dos métodos de siega: el violento, de arrancar inmediatamente la hierba mala y el de la paciente selección y espera, que es el método de Dios. Dios es paciente y perdona, como dice la primera lectura del libro de la Sabiduría: “y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento”.

Ante la anterior realidad “Jesús sabe que Dios está en todas partes y a todos acoge, y lo expresa simbólicamente, sembrando respeto por los demás y creando paciencia y esperanza frente a aquellos seres humanos que se han demorado en alcanzar niveles de humanidad suficientes en igualdad y justicia, por el egoísmo que empobrece y empequeñece nuestra humanidad. Jesús llama a la apertura de la mente y el corazón para acoger con esperanza (no pasivamente y con indiferencia) a quienes aparecen ante nuestra forma de vida como diferentes (que solemos catalogar como «malos»). Necesitamos tener apertura para acoger con pluralismo la diferencia, que siempre va a estar presente en nuestra humanidad”.(Claretianos)

El reino de Dios también nos exige paciencia, como al sembrador, como a la mujer que fermenta la masa, y aunque nos parezca pequeño y sin importancia, tiene en sí la fuerza enorme y necesaria para cambiar la historia de la humanidad, porque es justicia, verdad y paz.

Y el Reino se hace presente allí donde hay una persona que defiende la justicia, donde alguien se sacrifica, donde un enfermo sufre con esperanza, donde un joven busca la verdad, busca un camino o un anciano mira con serenidad el futuro; también donde un gobernante trabaja por el desarrollo con honestidad y reconoce sus yerros… allí no pasan solamente cosas de la vida; allí acontece el Reino de Dios. ¿Y tú qué haces que haces para que el Reino sea una realidad en este mundo?

¿El Reino ha transformado nuestra/tu vida? ¿Ha llegado hasta lo más profundo de tu actuar cotidiano? ¿Es un llamado permanente a la búsqueda y construcción de un mundo más humano, no sólo para unos pocos, sino para todos? ¿Somos/soy trigo o cizaña?

La invitación de esta semana es a ser pacientes, luchar porque el mal no reine en el mundo, a fermentar la sociedad con el amor y la virtud, a ser semilla buena que de buen fruto, a vivir en la verdad y a ser constructores de paz.

Feliz semana.

P. Nacho

Reflexión del domingo XIV del tiempo ordinario

Después de una semana de receso, en la que vivimos las fiestas de nuestros santos patronos: San Pedro en Anciles y San Marcial en Benasque, quiero llegarles con mi cálido saludo de comunión en Cristo el Señor. Bendiciones para tod@s.

El pueblo de Israel en tiempos del sacerdote-profeta Samuel, pide a Dios un rey, pues están cansados de las opresiones que ejercen y han ejercido otros pueblos sobre ellos: Asirios, Babilonios, Egipcios; y este rey, se convertirá en la figura del esperado Mesías, que liberará por fin a Israel del oprobio. Surge Saúl, después David y luego Salomón, que darán al pueblo tiempos de paz y de esperanza frente a los opresores. Pero la elección de un rey no estaba dentro de los planes de Dios. Su único rey debía ser Dios, Señor de señores, Rey de reyes.

Estas figuras del mesías salvador no están en la tónica de la visión y profecía de Zacarías, pues él frente a la fuerza militar, a la estratagemas políticas, nos pinta un salvador mesías, humilde y pacífico que viene con la sencillez de Dios a rescatar a su pueblo.

Esta profecía se hace realidad en Jesús de Nazaret, ya lo vemos entrando a Jerusalén, humilde y sencillo, montando un borrico. Es el príncipe de la paz que nos describe también Isaías, el Dios con nosotros. Porque tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Único Hijo para salvarlo.

Este amor de misericordia del Padre es lo que nos revela Jesús, por eso su plegaria se hace agradecimiento al Dios de la Vida que revela su cercanía y protección a todo aquel que le acepta y le ama también, que es precisamente amor de Padre, de “Abbá”. Sobre todo a los humildes y sencillos que son en definitiva los que tienen capacidad de Dios.

Es con ese pequeño resto de Israel, fiel a la alianza, con quienes Jesús inaugurará el nuevo pueblo, la Iglesia. Con los que han optado por la misericordia, la justicia, la verdad, la libertad, la fraternidad y la solidaridad. Porque el Reino no es para los violentos ni para los orgullosos, ni para los potentados, sino para los mansos y humildes de corazón. Es para éstos que el yugo de Cristo, se hace ligero y las carga se puede llevar, pues es el yugo del amor que salva y libera a la humanidad.

Aprendamos pues del Maestro, a ser humildes y sencillos, limpios de corazón y misericordiosos, solo así construiremos y poseeremos el Reino.

Pregúntate: ¿Eres sencillo? ¿Humilde?, ¿pacífico? ¿constructor de paz? ¿Dios es padre-madre cercano para ti, o es un Dios alejado y despreocupado de tu vida? ¿cómo le experimentas?

Gracias a tod@s por la participación en las fiestas de nuestros santos patrones: San Pedro y San Marcial. Que ellos nos alcancen de Dios bendiciones y gracias y sus vidas nos ayuden a fortalecer nuestra fe.

Felices vacaciones de verano, que descanséis y disfrutéis de la naturaleza y de vuestras familias. Con mi abrazo y mi cercanía, me despido. Feliz semana.

P. Nacho